Relatos

Relatos, cuentos, narraciones… Da igual cómo los llamemos.

Desde que el mundo existe, poner en palabras la realidad nos ha servido para sobrevivir. Porque el ser humano construye relatos con finalidades muy variadas: evitar el peligro a sus semejantes —«Cuidado con el lobo, Caperucita»—, para ayudarle a olvidar los problemas sufriendo con los de otras personas —la famosa catarsis aristotélica— o para intentar aprehender el mundo que le rodea.

Pueblos de latitudes opuestas usan la mitología para explicar los fenómenos que les intrigan. ¿El mal en el mundo? La culpable es una mujer (por supuesto, quién lo habría dicho) llamada Pandora, a la que le pudo la curiosidad y abrió una caja que previamente le habían pedido que conservara cerrada. 

¿Por qué a veces es de día y otras de noche? ¿Cómo puede ser que la gente que queremos se muera? ¿Por qué cambian las estaciones? Todo tiene una explicación, un relato que lo justifica.

 

Yo no puedo concebir el mundo sin historias, así que os dejo una muestra de los cuentos que fui publicando en el periódico Diario 16.