Mariví Alonso
Escritura, literatura
y demás turas

Las turas

Nuestra verdad posible tiene que ser invención, es decir escritura, literatura, pintura, escultura, agricultura, piscicultura, todas las turas de este mundo. Los valores, turas, la santidad, una tura, la sociedad, una tura, el amor, pura tura, la belleza, tura de turas.

 

Julio Cortázar. Capítulo 73 de Rayuela

La escritura y yo (Quién soy)

No recuerdo el momento en el que aprendí a escribir, pero me han contado muchas veces que cuando llegué al colegio ya sabía leer.

A los seis años leía con fluidez, pero cuando la maestra me mandó a hacerlo delante de toda la clase, separé cada sílaba con deliberada torpeza. No conviene destacar en exceso. Supongo que pensé eso. O quizá solo fue por timidez. En cualquier caso, me hice la tonta.

Imagino a la niña que fui, tímida en mil ocasiones sociales, pero dispuesta a sacar a bailar a su novio de preescolar, un rubito llamado Joel, sin ningún tipo de vergüenza a pesar de las caras de los padres asomados por las ventanas de la clase.

No recuerdo cuándo aprendí a escribir, sin embargo, ese aprendizaje cambió mi vida para siempre. Podía conservar cualquier sueño, cualquier pensamiento, cualquier extravío que se hubiese formado en mi cerebro.

Luego, en la adolescencia, puse de moda en mi clase escribir novelas. Por lo menos, ahora pienso que fui yo aunque quepa la posibilidad que me haya ascendido a la categoría de heroína en mi propio recuerdo. Supongo que recordar siempre es elegir una de las versiones de lo que fue, la que preferimos, la que nos hace felices, o la más dramática. Depende de cómo funcione nuestra mente.

Lo hacíamos en cuadernos que íbamos pasando de una amiga a la otra. Disfrutábamos dejando la historia en un punto interesante, para forzar a nuestra compañera de escritura a pensar para salir del entuerto.

Estudié Periodismo en la universidad y juraría que los mejores ratos los pasé en la cafetería de esa mole de cemento llamada Facultad de Ciencias de la Información. El Periodismo se supone que también implica escribir, aunque mis pinitos en el tema hayan estado más centrados en realizar informes, gráficos y subrayar el nombre de un cliente en las noticias en las que aparecía.

Al final acabé enseñando Literatura. Lengua Castellana y Literatura. Primero a adolescentes a los que lo último que les interesa es lo que escribió un poeta soldado en el siglo XVI, y desde hace más de diez años, a adultos. Una historia totalmente distinta.

A veces las obligaciones laborales y familiares, pero sobre todo los miedos, son un lastre a la hora de escribir. Sin embargo, he decidido dejar de ponerme excusas y disfrutar de uno de los dones más maravillosos de los que posee el ser humano: la capacidad de inventar historias. Reconectar con aquella niña que fui que no tenía miedo a dejar volar su imaginación.

 

Aquí iré recopilando textos, ensayos, aproximaciones. Escritos, al fin y al cabo.

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