Lou Andreas-Salomé: «Si quieres una vida, ¡róbala!».
Lou Andreas-Salomé es la mujer poco conocida en España que me inspiró una novela histórica a la que dediqué años de documentación y a la que le di un giro durante el confinamiento.
Resulta sorprendente que no la conozcamos en el ámbito hispánico porque es una de esas pioneras del feminismo que, en realidad, nunca quiso serlo. No hablaba de las mujeres utilizando la primera persona del plural, «nosotras», más bien solicitaba que se la tratara igual que a los hombres.
Nació en San Petersburgo, en la Rusia de los zares, en 1861, el año que se abolió la esclavitud. La libertad sería siempre una de sus razones de ser. La única hija de la familia, siempre se sintió con los mismos derechos que sus hermanos y brilló en cualquier lugar al que fue a causa de su inteligencia y encanto personal.
Injustamente limitada a su papel de musa, hoy en día sabemos que hizo mucho más. Cambió la poesía de Rainer Maria Rilke (y hasta su nombre, antes de conocerla era René, no Rainer), mantuvo interminables discusiones intelectuales con uno de los más grandes filósofos de todos los tiempos, Friedrich Nietzsche, y ahondó en la psicología profunda de la mano del maestro: Sigmund Freud.
Esta mujer excepcional no perdió el tiempo. Muchos hombres se enamoraron de ella y le propusieron matrimonio, pero para ella el verdadero amor era el conocimiento y a él se consagró. Las malas lenguas rumoreaban que, después de haber compartido con ella más que palabras, a los nueve meses sus amantes parían un libro. Era de ese tipo de personas que siempre dejaban una impronta en todos los que la conocían.